Llegan a Francia con la esperanza de empezar una nueva vida. Son 150 refugiados iraquíes, en su mayoría cristianos. Dejan atrás su país y, sobre todo, la amenaza de los yihadistas del Estado Islámico. Su negativa a convertirse al islam hacía peligrar sus vidas.
El propio ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, les ha recibido a su llegada a París. Lo han hecho a bordo del avión que un día antes transportaba 10 toneladas de ayuda humanitaria hasta Irak. El vuelo partía de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí.
“No podemos fiarnos de nadie. No podemos confiar en nadie por que nos han traicionado como cristianos, en muchas ocasiones. Así que, ¿por qué quedarnos aquí? Queremos buscar nuestro futuro, construir una nueva vida, para mí, para mi marido y para mis futuros hijos”, dice una joven.
El consulado de Francia en Erbil ha recibido 10.000 demandas de asilo desde junio. París considera, sin embargo, que dar curso a todas supondría un éxito para los terroristas.
“Dejar nuestro país es la única elección que tenemos para sobrevivir”, afima una mujer.
Naciones Unidas cifra en 1,2 millones el número de desplazados iraquíes.