El 1 de agosto el presidente Mariano Rajoy hizo un balance de la situación económica del último año y lanzó de forma pública su mensaje. La recuperación era un hecho. España pisa suelo firme y ha dejado atrás la grave crisis económica.
Los medios allegados le aplaudieron el mensaje pero los más críticos contrastaron sus palabras con la realidad que viven los españoles y le exigieron al presidente que bajara a la calle y dejara los datos macroeconómicos.
Los niveles de crecimiento del Producto Interior Bruto son mínimos, la Encuesta de Población Activa habla de la creación de empleo pero no de qué tipo de empleo: precario, mal pagado y temporal. Tampoco habla de los 2, 5 millones de personas que ni tienen trabajo, ni posibilidad de tenerlo por su edad o falta de formación y que carecen de ayuda por parte del Estado.
A esto hay que sumarle el deterioro de los servicios básicos. Sanidad, educación, justicia o ciencia se enfrentan a los recortes más graves de su historia y cientos de miles de jóvenes con una cualificación excelente siguen marchándose fuera de España a buscarse la vida. Además la deuda del Estado sigue creciendo hasta superar el billón de euros para pagar a las entidades financieras su mala gestión durante la crisis.
Punto de Mira analiza si es verdad que la recuperación ha llegado o es sólo un espejismo y si ha llegado a qué precio lo ha hecho.