Con la aprobación, en México, de la "ley Peña-Televisa", el propietario en los hechos de la citada empresa tiene garantizado que conservará todavía por mucho tiempo, junto a sumas hipermillonarias de dinero por concepto de venta de publicidad televisada, las enormes ventajas que le brinda su condición de mandón del duopolio de la televisión comercial, en mancuerna con los dueños de TV Azteca, y una manga muy ancha para manipular a sus públicos mediante contenidos alienantes y barras de noticias cada vez más ayunas de veracidad. Al magnate Carlos Slim y a las comunidades campesinas, aunque no por las mismas razones, la nueva normatividad le pone fin a sus sueños, y -en contraste- a un grupito de concesionarios españoles "ya apalabrados" le van a tocar también suculentas tajadas. Por último, para sí mismo el Estado jefaturado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se reservó el derecho a la censura que la democratización inconclusa ya había suprimido, aparte de que arropó con legalidad a modo su habitual espionaje contra el resto de la sociedad, universidades inclusive. teleSUR