El Parlamento iraquí este martes era la ilustración de un país en vías de desintegración, con kurdos, suníes y chiíes lanzándose acusaciones y recriminaciones. Imposible en esas circunstancias elegir al presidente del Parlamento y, aún menos, al primer ministro.
Irak parece más que nunca al borde de la implosión. En el norte, los kurdos no disimulan sus aspiraciones de independencia. El presidente del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, ha anunciado su intención de organizar un referéndum en los próximos meses. Los peshmergas kurdos están reforzando de hecho sus posiciones, creando una especie de frontera entre ellos y los yihadistas del Estado Islámico.
El Ejército iraquí, entretanto, intenta en vano recuperar los territorios conquistados por los insurgentes, como la ciudad de Tikrit, donde los combates son intensos desde hace días.
Estados Unidos ha desplegado en Bagdad 300 consejeros militares y 500 soldados para proteger la embajada y el aeropuerto de la capital iraquí. Cinco cazabombarderos enviados por Rusia han entrado ya en servicio e Irán dice que enviará armas, si Irak se lo pide.