A lo largo de todo Chile y la costa sudamericana del Pacífico corre la línea de encuentro de dos placas tectónicas de gran extensión, la gigantesca Placa Sudamericana y la más pequeña Placa de Nazca que se incrusta bajo ella. Cuando estas placas se mueven, liberan una gran cantidad de energía. Por eso en Chile se han registrado algunos de los sismos más potentes de la historia.