El mundo se ha vuelto a estremecer ante las imágenes de las dos adolescentes colgadas de un árbol en el norte de la India. Dos primas, de 14 y 15 años, que fueron violadas por varios hombres y, después, ahorcadas, ante la pasividad de la policía, que no hizo nada cuando la familia avisó de la desaparición de las niñas porque estas pertenecían a la casta más baja, la de los intocables.
Fue la ira de los vecinos la que hizo estallar el escándalo. Hay al menos tres detenidos. Uno de ellos es un policía, acusado de conspiración e incumplimiento del deber. Y se buscan por lo menos a otros dos implicados. El país vuelve a estar en ebullición, igual que ocurrió en 2012, cuando fue violanda y asesinada otra joven.
Las protestas de entonces obligaron al Gobierno indio a endurecer las leyes contra los agresores sexuales, que son condenados a muerte si reinciden o si la víctima fallece. Pero el problema parece mucho más profundo y enraizado en la sociedad india.