El papa Francisco ha vuelto a demostrar en Belén que el protocolo significa poco para él. Si su decisión de pasearse en coche sin blindaje por territorio palestino fue una muestra del cambio del tono en su pontificado, al menos en el gesto, este domingo se ha salido de su ruta de improviso para rezar en el muro que separa el territorio de Belén de Israel.

Francisco se había reunido con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, exigiendo el fin del conflicto y la paz entre ambos lados.

Un fiel le decía a nuestro enviado especial que si la llegada de Juan Pablo II a Polonia “acabó el socialismo” en el país, “por qué no” podría el pontífice argentino obrar la paz.

Un ciudadano palestino albergaba otra esperanza:“Estamos rezando desde el corazón y nos gustaría ver el fin de la ocupación de los israelíes; nos gustaría ver el fin de cualquier sufrimiento, de los que mueren sin razón, queremos de esta oración y de esta visita más esperanza para nuestra gente para que tengan libertad y su Estado y que tengan su capital en Jerusalén”.

Durante la misa posterior ante centenares de fieles Abás se ha acercado a dar la paz, según el rito católico, al sumo pontífice.

El sábado Francisco llegó a Jordania donde también se dio un baño de multitudes y llamó a la paz en Siria. Allí también quiso animar a los fieles que han huyen de la inestabilidad de Palestina, Siria y el Líbano.

El papa viajará hacia Jerusalén, siguiente parada de su viaje, donde visitará varios lugares santos.