Las opiniones de los candidatos están divididas frente a los diálogos que se adelantan en La Habana, Cuba, entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Las posiciones van desde el lugar común de sindicar a las FARC de todos los males habidos y por haber en el país, hasta el reconocimiento de una interlocución necesaria para llegar a acuerdos que permitan avanzar en el camino de la paz. Lo cierto es que el tema ha sido un caballito de batalla electoral.
El candidato presidente, Juan Manuel Santos, se ha planteado como la opción imprescindible para alcanzar unos acuerdos de paz. Hecho que le ha sido útil a los demás candidatos para cuestionarle esa abrogación al presidente. En términos generales, todos los candidatos, unos más que otros, han venido inclinando la balanza a favor del proceso. Incluso, el candidato del Centro Democrático, del expresidente Álvaro Uribe, ha terminado mostrándose favorable al proceso con las FARC, aunque con condiciones y sin impunidad.
Sin embargo, en un proceso enmarcado por el vaivén de la encuestas y los cálculos de los asesores, los diálogos de La Habana han terminado siendo un tema usufructuado por cada quien, de manera peligrosa y a veces irresponsable, sometido a criterios pasajeros, desconociendo el peso específico que estas conversaciones tienen para el futuro del país.