Visitamos una zona en la que es más que habitual encontrarse con carteles en griego. Sin embargo, no estamos en Grecia. Hemos entrado en Bulgaria, donde los bajos impuestos, alquileres y salarios se han convertido en un atractivo indudable para las empresas griegas que buscan nuevos horizontes tras seis años de recesión económica en su país.
“Sandanski, Petrich, Koulata o Melnik son ciudades búlgaras cercanas a la frontera que acogen cada vez a más griegos. La primera oleada de empresas griegas que llegaron a Bulgaria empezó en los años 90, con la euforia de la llamada expansión griega en los Balcanes. Ahora es una situación completamente distinta la que hace que las empresas busquen refugio en el extranjero”, explica Symela Touchtidou, periodista de la delegación de euronews en Grecia.
Este hotel, en la pintoresca ciudad de Melnik, fue construido por Christos Mavridopoulos. Según él, son cada vez más los compatriotas que vienen a Bulgaria, donde la inversión griega supera los 3.000 millones de euros.
“Aquellos que pueden abandonar Grecia, lo hacen. Cada día llegan nuevas empresas. En su mayoría son gente desesperada, que no saben exactamente por qué vienen ni cuál será su próximo paso. Simplemente quieren escaparse de lo que está pasando en Grecia”, nos cuenta.
En lo que se refiere a los emprendedores, algunos como Kostas Zervas lo tiene claro. Paga por el alquiler de un edificio de 1000 metros cuadrados en Petrich 300 euros al mes, mucho menos que en Grecia. Además, los impuestos son menores.
Al igual que él y otros empresarios, también se trasladan los trabajadores, como David Podosian, que en Grecia apenas ganaba 380 euros mensuales, cantidad con la que no podía sobrevivir: “Fue el desempleo, más o menos, lo que me hizo dejar mi ciudad en Grecia y buscar un trabajo en otro país. Aquí gano 360 euros, que es más que suficiente. Tengo una calidad de vida mucho mayor que en mi ciudad”.
De vuelta a Grecia, vamos a Serres, a 40 kilómetros de la frontera. En el pasado disfrutó de un rápido desarrollo económico. Sin embargo, ahora las empresas prefieren trasladarse al país vecino. Dimitris Giannakis, vicepresidente de la Cámara de Comercio local, nos da las cifras: “En los últimos cinco años, casi 5.000 compañías han desaparecido del registro de la Cámara de Comercio de Serres. La mayoría se han ido a Bulgaria”.
Y no sólo son las empresas y los trabajadores. Los consumidores griegos que viven en la zona también cruzan la frontera en busca productos más baratos, convirtiendo la actual situación en un círculo vicioso.