Afganistán celebra este sábado unas elecciones presidenciales marcadas por la violencia y las amenazas de los talibanes.
Los comicios está considerados un test para la estabilidad del país. De ellos saldrá el sustituto de Hamid Karzai, el único hombre que ha gobernado Afganistán tras la caída de los talibanes en 2001.
“El pueblo de Afganistán está determinado a acudir a los colegios electorales por muchas razones”, afirma la parlamentaria afgana Shukria Barikzai. “La primera razón es para decir “no” a los talibanes. La segunda, para decir “sí” a la democracia y a las elecciones, y la tercera, porque quieren un mejor gobierno para tener más opciones de un futuro mejor”.
“La gente está asustada y preocupada”, asegura un residente de Kabul. “Los que van a los centros de votación no se sienten cómodos. Tienen miedo de la situación”.
Más de 140.000 soldados y policías velarán por la seguridad de los comicios en todo el país. Pese al aumento de efectivos, la violencia ha sacudido Kabul en varias ocasiones durante las últimas semanas.
La última víctima mortal de la violencia en Afganistán ha sido la fotoperiodista alemana Anja Niedringhaus. Un policía abrió fuego el viernes contra ella y contra su colega canadiense Kathy Gannon, herida de gravedad.