Así lo ha decidido el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, resolviendo una demanda interpuesta por Australia. La corte considera que esta captura de cetáceos no tiene fines científicos, tal y como alega Tokio, sino comerciales.

La delegación japonesa ha declarado que lamentan el fallo, pero que lo acatarán, dado su carácter vinculante.
Tokio siempre ha mantenido que su programa de caza de ballenas busca el control del ecosistema. Su carne acaba sin embargo frecuentemente en un plato junto a una guarnición.

“No sé si Japón continuará cazando ballenas”, comenta este miembro de una ONG. “Pueden encontrar en el futuro un nuevo programa científico de investigación. Pero confío en que no”.

Japón abandonó la caza de ballenas en 1986 por una moratoria internacional, pero la retomó más tarde bajo un programa con fines científicos, a pesar del escepticismo internacional.