Kiev, 21 enero (CERES TV | EFE)
La violencia amainó hoy en Kiev después de tres días de disturbios, aunque los manifestantes tomaron nuevas posiciones en el centro de la capital ucraniana, mientras fracasaron los primeros contactos entre Gobierno y oposición.
La nueva línea de frente del campo de batalla callejero en el que se ha convertido Kíev se ha trasladado desde la Plaza de la Independencia, bastión opositor desde hace dos meses, a las inmediaciones del estadio del Dinamo.
Los manifestantes se han parapetado tras los autobuses incendiados en la primera jornada de disturbios, el domingo pasado, frente a la estatua del legendario seleccionador de fútbol soviético Valeri Lobanovski, al que pusieron como bufanda una bandera ucraniana.
Por la mañana, aún se produjeron algunas escaramuzas entre grupos de opositores, que lanzaban adoquines y cócteles mólotov, y efectivos antidisturbios, pero según avanzaban las horas la calma se adueñó de la ciudad.
Los sacerdotes, que ya habían irritado a las autoridades al celebrar misas en plena calle para los manifestantes sin autorización, acudieron raudos a la calle Grushevski, junto al Parlamento, para mediar entre ambos bandos.
Con todo, el ánimo contestatario no ceja entre los opositores, por lo que la Policía sigue bloqueando los accesos a las sedes del Gobierno y del Parlamento para evitar que los manifestantes intenten asaltar los edificios gubernamentales, como en noviembre pasado.
De momento, el Gobierno ha negado que estudie la posibilidad de implantar el estado de excepción para poner fin a los desórdenes, aunque diputados oficialistas y comunistas de la región de Lugansk llamaron hoy a adoptar esa medida con urgencia para restablecer el orden y la legalidad.
El oficialista Partido de las Regiones tuvo que salir al paso y desmentir que el Parlamento fuera a debatirlo este jueves.
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