Los ancianos aquejados por el síndrome de Diógenes, viven así, como Diógenes en el aislamiento y la incuria. Su actitud negligente (una mezcla entre la soledad y la misantropía) muestra a los demás y a ellos mismos un sentimiento de derrota y de renuncia a vivir plena y dignamente, bien sea porque no tienen los alicientes necesarios, o por el deterioro psíquico de la edad, pero esa conducta, la conducta de los aquejados por el síndrome de Diógenes no implica necesariamente una dolencia mental sino que muchas veces es una ‘dolencia del alma’ y de lo más profundo de sus propios dolores y vivencias.