Líder del movimiento antigubernamental Automaidan, estuvo desparecido durante ocho días tras ser, según él, secuestrado y torturado por un grupo de desconocidos que hablaban con acento ruso y que después le liberaron.
“Me crucificaron, me hicieron cortes en las orejas y la cara. Tengo heridas por todo el cuerpo pero gracias a Dios estoy vivo”, afirmó.
Bulatov reapareció a las afueras de Kiev, cerca del lugar donde se halló hace diez días el cadáver de otro activista, Yuriy Verbitsky, con signos de tortura.
Mientras, en la Plaza de la Independencia, en la capital, los manifestantes siguen firmes, recelosos tras conocer que el presidente Viktor Yanukóvich ha cogido una baja por enfermedad.
“No tiene la voluntad necesaria para decir a la gente personalmente que ha cometido un error, que esto es terrible y que estos crímenes deben ser castigados. No tiene voluntad, ha hecho lo que haría una persona débil, simular que está enfermo”, decía uno de ellos.
Ni la aprobación de la amnistía a favor de los detenidos durante las manifestaciones, ni la derogación de las leyes antiprotesta del 16 de enero, ni la dimisión del primer ministro han hecho que los activistas abandonen las calles.