Los combates entre el ejército y milicianos de Al Qaeda en la provincia iraquí de Al Anbar están provocando un éxodo masivo de civiles. Más de 20.000 familias, según cifras de la ONU, se han visto obligadas a dejar sus hogares. Algunas han llegado hasta Kerbala, al suroeste de Bagdad, donde están recibiendo ayuda del Gobierno. Otras han ido más lejos, hasta el kurdistán iraquí.

Milicianos del Estado Islámico de Irak y el Levante, una franquicia de Al Qaeda apoyada por otros grupos suníes, tomó hace casi un mes la localidad de Faluya y algunas zonas de la ciudad de Ramadi, a un centenar de kilómetros al oeste de Bagdad.

El domingo pasado, tropas del ejército, policías y miembros de tribus que apoyan al Gobierno se lanzaron al asalto de Ramadi, donde prosiguen los combates. Francotiradores apostados en los tejados han dejado este martes una docena de heridos entre las fuerzas del Gobierno iraquí, según fuentes médicas.