La dimisión de tres ministros turcos, el de Economía, Zafer Çaglayan, el de Interior, Muammer Gülerel, y el de Medio Ambiente, Erdogan Bayraktar, ha sacudido duramente al primer ministro Recep Tayyip Erdogan.
Mientras que los primeros lo han hecho con una declaración pactada, Bayraktar ha denunciado presiones y ha sugerido que el primer responsable del caso de corrupción en el que están envueltos es el propio jefe del Ejecutivo y que debe también dimitir.
Este escándalo que investiga la fiscalía es, para Erdogan, una conspiración de alcance internacional: “La razón por la que nuestro partido ha tenido éxito, la razón por la que tomamos el timón y que hemos estado dirigiendo el país durante 11 años es por nuestra honestidad, nuestro compromiso con el país y nuestra determinación contra la corrupción. Nuestro partido no tolera la corrupción.”
Un hijo de cada uno de los tres ministros está detenido por este caso, en prisión preventiva en relación con la corrupción urbanística, concretamente con los sobornos. Hasta ahora veinticuatro personas más han sido arrestadas.
En lo que parece una respuesta gubernamental, 70 responsables policiales, entre ellos el jefe de policía de Estambul, han sido recolocados en otros cargos.