Un funeral de Estado por el eterno descanso de Mandela con 4.500 invitados que tuvo momentos cargados de emoción, de gestos, de palabras.

Como el vivido cuando uno de los amigos íntimos de Mandela, Ahmed Kathrada, compañero de lucha contra el ‘apartheid’ y de fatigas en la cárcel de Robben Island alcanzó la tribuna de los oradores para decir: “Madala podemos ahogarnos en el dolor y en la pena. Debemos estar orgullosos y agradecidos de que después de este largo camino lleno de obstáculos y de sufrimiento podamos saludar a un luchador por la libertad hasta el final. Adiós mi querido hermano, mi mentor, mi líder”.

También una de sus nietas, Nandi Mandela, agradecía en nombre de la familia las muestras de pésame recibidas.

“Te echaremos de menos ‘tatum kulu’. Echaremos de menos tu voz rotunda cuando no estabas satisfecho con nuestro comportamiento. Llevamos con nosotros tus pensamientos que nos guían en nuestras vidas y esperamos que te sientas orgulloso. Como sudafricanos debemos dejar de señalarnos y servir de ejemplo como tu hiciste y hacer algo positivo por Sudáfrica”, señaló Nandi Mandela.

Sudáfrica sigue su camino. Con el funeral de Mandela se cierran noventa y cinco años de la vida de un hombre, de una nación, de un continente.