Emotivo, caótico y frustrante. Así ha sido el último adiós a Nelson Mandela en Pretoria.
La capilla ardiente para despedir al que ha sido el hombre más importante de Sudáfrica ha sido testigo de una afluencia masiva. Una avalancha de más de 50.000 personas que ha obligado a las autoridades a cerrar las puertas tres horas después de su apertura, dejando a miles sin poder ver por última vez a su héroe.
La frustración de la gente ha llegado a romper el cerco policial durante unos instantes.
“Hemos estado esperando mucho tiempo. Esto no tiene ningún sentido. Llevo aquí desde las cinco de la mañana”, decía uno de los que se quedaron a las puertas de la capilla ardiente.
“No es justo. No es nada justo para nosotros”, añadía indignada otra sudafricana que no pudo despedirse del expresidente.
Después de tres días de velatorio, los restos mortales de Mandela viajarán hasta Qunu, en el sureste del país.
La aldea natal de Madiba se está blindando para el funeral del domingo. Una ceremonia a la que asistirán 5.000 personas y que contará con la presencia de cientos de periodistas llegados de todo el mundo.
La familia del exmandatario desea mantener la privacidad del acto por lo que las únicas imágenes permitidas serán las que ofrezca la televisión estatal.