Han pasado mil días del tsunami que hizo revivir la pesadilla nuclear a Japón y Fukushima aún continúa siendo un gran desastre.
En las poblaciones de alrededor de la zona cero del desastre el censo se ha desplomado en torno a un 20%.
Y pese al enorme gasto apenas la tercera parte de las viviendas y carreteras han sido limpiadas, es decir, se han retirado los materiales que pudieran contener elementos radioactivos, así como la capa más superficial del suelo.
Los desechos son otro problema:
“Es muy díficl conseguir el apoyo de la gente a la hora de decidir dónde poner los materiales contaminados. Éste es el mayor problema. Otra cosa es que, a pesar de las diferentes operaciones de descontaminación, la radiación no puede eliminarse definitivamente”, comenta Endo Kouzou, técnico de Departamento de Descontaminación de Fukushima.
De las 278.000 personas que no han recuperado sus casas, unas
210.000 permanecen repartidas en viviendas adosadas de menos de 30 metros cuadrados hechas de plástico y metal. El resto, unas 70.000, viven en apartamentos
El principal problema reside en que la mayoría de municipios
afectados por la catástrofe carece de espacios llanos para construir
las viviendas en zonas elevadas y más alejadas del mar.
“Estoy triste porque no podemos volver a la vida que teníamos antes. Somos una familia feliz que se ve obligada a vivir en lugares separados. Y no se puede hacer nada, mi casa no ha sido limpiada”, comenta una afectada.
“Tengo hijos y espero que se pueda quitar la contaminación lo más rápido posible para recuperar mi vida”, comenta un padre de familia afectado.
Estudios de viabilidad, permisos,
recalificación de terrenos, una maraña técnica y burocrática que les puede tener en estas viviendas precarias durante años.
El mes pasado por fin, se comenzó con la operación ún no se ha conseguido finalizar la operación más delicada: retirar las más de 1.500 barras de uranio y plutonio de la piscina del reactor número cuatro de Fukushima. Su potencial radioactivo es 14000 veces superior a la cantidad liberada en el ataque de Hiroshima. El tiempo juega en contra, en las piscinas hay agua salada, un elemento corrosivo que daña las barras de uranio y plutonio, y un nuevo terremoto podría derrumbar definitivamente un edificio seriamente dañado.
Se espera que el proceso de desmantelamiento de la central de Fukushima se alargue cuatro décadas.