Extracto desgrabado de: Filosofía aquí y ahora, de José Pablo Feinman. Colaboracion de Pablo Bernal
La grandeza del hombre reside en muchas cosas. Reside en que es finito en un mundo infinito, es imperfecto en un mundo perfecto, lo angustia por lo tanto su pequeñez, lo angustia la idea de la nada, lo angustia la idea del dolor, de la injusticia; y también la grandeza del hombre (todavía, porque puede ser que esto no sea para siempre) puede radicar en que se rebele contra lo que intentan hacer de él.
Sartre nos legó una frase que dice “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”. Esta es una de las frases más fundamentales de toda la historia de la humanidad, porque evidentemente desde que nacemos hacen de nosotros algo. Nosotros nacemos y nos hablan. Recibimos como una esponja palabras, palabras, palabras… Cuando empezamos a hablar repetimos esas palabras que nos dijeron. Es decir, no tenemos un lenguaje propio, creemos que dominamos una lengua y es, esa lengua la que, nos domina a nosotros. Pero alguna vez diremos una palabra nuestra y, esta va a ser nuestra libertad. Así que, por un lado, está el lenguaje que nos condiciona, el entorno sociopolítico que nos condiciona, el inconsciente que nos condiciona, todo eso y más, todo lo que quieran agregar. Pero en algún momento, a partir de algún momento, tenemos que empezar a ser responsables de nosotros mismos porque somos lo que elegimos ser. Entonces bienvenida la frase “Cada hombre es lo que hace, con lo que hicieron de él”.
La grandeza de la filosofía reside en estas cosas, entender estas problemáticas. En realidad esto requiere coraje. Porque la vida que alguien lleva puede parecerle injusta, pero, en general, es mansa, porque se deja llevar. Bueno, usted por ejemplo, a la mañana… Se afeita, desayuna, va al trabajo, el jefe lo trata mal pero, por lo menos, no lo escupe; almuerza, se toma un digestivo, tiene problemas con el tránsito, llega a su casa agotado, pero nada grave lo acosó durante el día; saluda a su mujer y pasó de largo otro día en su vida. Sí, pero no pasó en realidad, porque no pasó nada en su vida. Nada alteró su rutina, no pasó nada porque nada le pasó. O sea, usted la pasó bien dentro de posible, usted no se amargó irremediablemente, ni tuvo un accidente, no lo asaltaron ni le dispararon; se deslizó a lo largo de su día como una especie de hoja en la tormenta del capitalismo del siglo XXI, que es el único sistema que está vigente.
¿Pero cuánto más interesante hubiera sido si de pronto, usted se para y dice “pero caramba, qué vida de porquería estoy llevando, no puedo seguir así. Que porquería de trabajo, que insufrible mi esposa, mi familia está toda desarticulada, la televisión qué basura, allí muestran solamente algo redondo, ¿Es que ya no tienen cara las mujeres?” No, olvídese de los ojos, de los labios, no hay más de eso… ahora las mujeres tienen sólo dos cosas: Culo y tetas. Y usted tiene que ver eso, porque eso le están dando.